FAPE – 02/05/2021
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) respalda el llamamiento de un centenar de expertos para que se implante la educación mediática en los planes de estudio a fin de que los escolares y los universitarios comprendan y evalúen críticamente los medios de comunicación y aprendan a distinguir las informaciones reales de las falsas.
La reclamación de los 50 catedráticos de Comunicación y 50 de Educación coincide con la demanda que la FAPE ha hecho en varias ocasiones al ministerio del ramo después de comprobar la indefensión de los escolares ante el avance de la desinformación en los ámbitos nacional e internacional.
La FAPE lleva varios años solicitando la implantación de una asignatura de alfabetización mediática a partir de la ESO al considerar que, en el siglo de la comunicación, es imprescindible dotar a los escolares y a sus profesores de los conocimientos necesarios para conocer a fondo el sector de los medios y la distinción entre lo que es información y lo qué no es y alertar sobre los discursos de odio y de negación.
“La pandemia ha demostrado que la desinformación no respeta nada, ni siquiera aquellas situaciones en las que las personas pueden perder la vida por una mentira, un bulo o un discurso negacionista. Nuestros gobernantes tienen que entender que la educación mediática puede ayudar de una manera eficaz a atajar el grave problema de la desinformación”, afirma el presidente de la FAPE, Nemesio Rodríguez.
El pasado 20 de enero, la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, consideró “muy interesante” la propuesta de crear una asignatura de alfabetización mediática en la ESO para luchar contra la desinformación.
Sin embargo, Celaá precisó que hay muchos demandantes para incorporar materias específicas al currículo y “como bien sabemos”, no todo cabe en él.
En este contexto, la FAPE juzga muy importante la iniciativa de los 100 catedráticos que sigue a los datos alarmantes del informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre el estado de la preparación de los estudiantes en relación a la desinformación, que está considerada hoy en día como una de las principales amenazas a las democracias.
En el informe Lectores del siglo XXI: desarrollo de habilidades de alfabetización en un mundo digital, se constataba que el 54% de los estudiantes españoles aseguró no haber sido enseñado nunca en la escuela a reconocer información sesgada. La media de la OCDE, en cambio, está ocho puntos por debajo: se sitúa en el 46%.
Frente a estas carencias, la FAPE se reafirma en que la implantación de una asignatura de alfabetización mediática serviría para dotar a los escolares de los conocimientos suficientes que les permitan distinguir las noticias veraces de las falsas, obtener un criterio crítico de los medios, saber de dónde proceden las fuentes y cuáles son fiables y cuáles no y saber discriminar, sopesar y valorar lo que reciben para enfrentarse mejor a la mentira y la manipulación.
Los catedráticos recuerdan en su propuesta que la Comisión Europea ya lanzó, hace más de una década, la recomendación Alfabetización mediática en el entorno digital, en la que instaban a los gobiernos a introducir enseñanzas referidas a los medios de comunicación. La Unesco, por su parte, publicó en 2011 su Currículum para Profesores sobre Alfabetización Mediática e Informacional, en el que establecía un marco para el desarrollo de la competencia mediática en la escuela.
Los catedráticos critican que los grados de Educación Infantil y Primaria todavía no tienen asignaturas relacionadas con la educación mediática, ni tampoco los másteres de formación de profesorado, por lo que proponen que los futuros maestros salgan de la universidad siendo también expertos en información mediante un doble grado en ambas materias.
Los expertos de 33 universidades españolas subrayan que ha llegado la hora de avanzar en el desarrollo de la educación mediática en España. “Disponemos de las herramientas, las investigaciones y los conocimientos necesarios: solo se necesita la voluntad de los responsables de las administraciones educativas y de los equipos rectorales de nuestras universidades. Es el momento de una política pública que fomente la formación curricular en educación y comunicación para el progreso ciudadano”, afirman.