Silvia Ayuso – elpais.com – 31/08/2020
El proceso por los atentados de enero de 2015 reabre los interrogantes sobre la libertad de expresión y el derecho a la blasfemia que enorgullecían a los franceses hace cinco años
Se lo conoce como el “juicio de Charlie Hebdo”, pero el megaproceso que comienza este miércoles en París va mucho más allá. Los 49 días de juicio contra 14 acusados de complicidad con los autores materiales de los atentados de enero de 2015, con casi un centenar de abogados, 144 testigos y 200 personas constituidas como acusación civil, abrirán sin duda las heridas de los familiares y amigos de las 17 víctimas mortales de la primera oleada de unos ataques yihadistas en Francia que desde entonces han costado la vida a más de 250 personas.
Una pesadilla que comenzó el 7 de enero de 2015 con el ataque de los hermanos Chérif y Said Kouachi a Charlie Hebdo en el que murieron iconos de la revista satírica como su director, Charb, o los dibujantes históricos Cabu, Tignous o Wolinski. El horror continuó con el asesinato, un día después, de una policía en las afueras de París a manos de otro extremista, Amedy Coulibaly, quien cerró su ruta asesina con otra matanza, el 9 de enero, en el supermercado judío parisino Hyper Cacher.
Pero el juicio es, también, un proceso que va a obligar a Francia a plantearse su posición, cinco años después de unos atentados que cambiaron para siempre al país, ante cuestiones clave como la libertad de expresión y el derecho a la blasfemia, la laicidad o el antisemitismo. La respuesta inquieta a más de uno.
En materia de antisemitismo, “la sociedad francesa no ha despertado tras el ataque del Hyper Cacher, como no despertó tras el asesinato de tres niños en una escuela judía en Toulouse en 2012 ni tras el asesinato de Ilan Halimi”, un joven judío secuestrado y torturado en 2006, lamenta Patrick Klugman, abogado de 16 víctimas del hipermercado judío en el que fallecieron cuatro rehenes antes de que Coulibaly fuera abatido. En entrevista con un grupo de corresponsales, Klugman habla de una “paradoja francesa”: Francia es “el país que tiene el mayor número de actos antisemitas y, a la vez, tiene el arsenal más completo para combatirlos y una clase política extremadamente movilizada. Pero el problema está allí. Francia es un país muy fracturado y el antisemitismo es una de las manifestaciones más visibles de esas numerosas fracturas, porque además es el único punto de encuentro entre alguien de extrema izquierda y otro de extrema derecha, entre muy ricos y muy pobres, entre un francés de viejo linaje y alguien de la periferia parisina de origen extranjero. Es un virus extremadamente expansivo”.
Las cosas tampoco parecen ir mucho mejor en materia de libertad de expresión. ¿Se atrevería hoy alguien a publicar las caricaturas de Mahoma que fueron el detonante del atentado contra Charlie Hebdo? […]