ABC España GERARD BONO - 22/11/2022
Los quioscos, por el descenso de la venta de prensa en papel, enfrentan un futuro incierto. Y muchos propietarios, como es el caso de César Cervera, para hacer frente al impacto de las nuevas tecnologías y al cambio generacional de sus clientes, están transformando sus establecimientos para que sigan siendo rentables.
Los propietarios de estos negocios buscan alternativas para esquivar la crisis de la venta del papel. «Hay que atraer al cliente al punto de venta», señala un quiosquero
«El quiosco lo abrió mi padre hace 50 años. Yo cada mes y medio intento traer a un escritor. El día 4 de diciembre tenemos una charla sobre música clásica con Félix de Azúa», comenta mientras atiende a uno de los habituales. Poco a poco su quiosco ha mutado en una librería de barrio, donde él hace la selección y también organiza tertulias y presentaciones. Por la plazoleta de la calle Juan de Mendoza se han pasado últimamente Fernando Savater, Andrés Trapiello, Pedro García Cuartango o Juan Manuel de Prada.
Entiende que lo importante es «atraer al cliente al punto de venta, ante la evidente crisis del sector» que achaca a la falta de reemplazo generacional y a las pantallas. En este punto está de acuerdo con el diagnóstico de la Asociación de Vendedores Profesionales de Prensa de Madrid (AVPPM), que la ha sufrido de primera mano, perdiendo más de un 60% de sus asociados desde el año 2008- pasando de 800 a 310 en toda la capital-.
Problema cultural
La AVPPM ve como algo positivo que, para hacer frente a la situación, el Ayuntamiento de Madrid haya ido modificando las ordenanzas municipales permitiendo a los quioscos incorporar nuevos productos a su oferta. Esto ha acabado por convertir a muchos de ellos en un bazar y César es tajante al respecto, «lo que me apetece vender es papel y cultura, si tuviera que vender clínex lo dejaría».
Según él, el problema de la prensa en papel no está en que el producto sea de menor calidad, aunque afirma que al «pagar peor a fotógrafos y redactores, no tiene nada que ver con lo que se hacía antes». Más bien cree que, desde el cambio de siglo, España experimenta un problema de interés por las letras, especialmente entre las generaciones más jóvenes. Los datos acompañan a esta idea ya que, de acuerdo con la AIMC, en 2020 la edad promedio de los consumidores de periódicos, revistas y otros suplementos osciló entre los 47 y los 51 años.
En cuanto al elemento tecnológico, César sintetiza: «El ser humano cada vez es más tonto, más gilipollas por culpa de las pantallas». Uno de los habituales, que se acerca al lateral del quiosco añade, «os informáis de todo por la web. Eso es intentar seguir la realidad en directo. Eso siempre es manipulable ¿De quién me debo fiar más para entender la guerra de Ucrania? ¿De Internet o del Estado Mayor de la Defensa?».
La AVPPM, consciente del sentimiento de sus representados, insta a los quioscos a adaptarse al nuevo ecosistema, pese a que reconoce que en muchas ocasiones esto no puede ir más allá de «intentar ser visibles en Google Maps». Y es que, si entendemos el quiosco como un punto de encuentro físico, la migración hacia lo digital implica su desaparición. «La aplicación del quiosco a lo digital no puede ser. Lo que hay que hacer es que la gente se acerque al punto de venta. Antes el reclamo era el periódico, ahora ya no lo es», apostilla César.
MÁS INFORMACIÓN
En este escenario, algunos buscan recetas para seguir despertando la curiosidad y llamar la atención de los viandantes. La de César parece clara: combinar la innovación en la oferta y la conservación de la cercanía con el cliente. «Es el rey del barrio. Qué tío más grande», comenta otro de sus habituales quien afirma que no conoce «otra iniciativa como esta en Madrid».